SOCIALISMO DESDE ABAJO



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El mercado chileno y el capitalismo global


13/04/2024 | 299 vistas | Miguel Silva







CORFO, Huachipato, la CAP, la industria textil, calzado y vestuario. 

Fue hace más que un siglo cuando el gobierno chileno comenzó a tomar medidas para generar más producción nacional frente al corte de las rutas marítimas que usaban barcos de muchos países para llegar a los puertos del país. Fue la primera guerra mundial que trajo la competencia bélica a América Latina, cortó las rutas marítimas y echó atrás el comercio internacional que transportaba el salitre chileno a Europa y la maquinaria europea a Chile. 

Y veinte años después, fue la nueva ola de nacionalismo de la década de los 30’, que ayudó a dar impulso a otra ola de “sustitución de las importaciones” de bienes producidos en países lejanos. 
 

El estado chileno había crecido durante la década anterior y ya había instituciones fiscales, de educación, control de las condiciones de trabajo, y miles de nuevos trabajadores de cuello y corbata. Ellos pusieron en marcha una nueva economía privada-estatal durante el Frente Popular, es decir un capitalismo de estado, que se responsabilizaba para hacer crecer la producción manufacturera nacional a través de la Corfo. Luego crecieron las fábricas textiles y después la industria de ropa, calzado, la siderúrgica de Huachipato.

Aunque esa nueva industria productiva no estaba a gran escala, era a gran escala para este país pequeño, pero no podía aguantar la competencia con otras industrias que emergieron durante la época neoliberal en otros países y que fabricaban para el mundo entero. Así, los textiles, la ropa y los zapatos de China y Vietnam vencieron la producción local porque llegaron de fábricas más y más grandes, a bajo costo. 
 

La dictadura y los gobiernos de la Concertación de los años 80’ en adelante proponían que las empresas eficientes con tecnología moderna deberían enfrentar esta competencia, entonces no protegían la producción nacional cuya tecnología y maquinaria era pasada de moda sino que fabricaba a pequeña o mediana escala. 

Sin embargo, con el propósito de ayudar a las empresas exportadoras competitivas chilenas a competir, abrieron acceso a los mercados internos de otros países (y por ende abrieron el mercado interno chileno a las empresas competitivas de otros países) con acuerdos que eliminaron los aranceles.  
 

Así fue la lógica de los tratados comerciales de libre comercio, es decir de libre competencia, que firmaron los gobiernos de la Concertación... Eran acuerdos diseñados para abrir a otros países a las exportaciones chilenas, y por ende a dejar entrar las importaciones de otros países a Chile. 

 

Bueno, las empresas multinacionales grandes ganaron de estos acuerdos, las de la minería, los forestales, las de la fruta y las salmoneras. Crecieron las exportaciones a otros países de multinacionales chilenas como Codelco y el grupo Luksic, el grupo Angelini de la celulosa y la pesca, el grupo de Paulmann del Jumbo, los grupos financieros de Penta, y otras. 

Pero se eliminó mucha de la manufactura nacional, como de la línea blanca, los refris, las cocinas, el calzado y la ropa. 

En otras palabras. Se centralizó la producción nacional en unas pocas empresas grandes modernizadas. Y se eliminaron sectores enteros de la economía tradicional. 

 

El mercado nacional y la economía Global. 

Todas las economías del globo hoy en día son capitalistas. Capitalismo es una manera de producir los bienes, basado en dos pilares centrales. Por un lado, basado en la explotación por una clase – los capitalistas --, de la fuerza de trabajo – la capacidad de crear – de otra clase, la clase trabajadora. 

Eso, por un lado, y por el otro, capitalismo está basado en la competencia entre los capitales, las empresas, o agrupaciones nacionales o internacionales de empresas. Cada empresa o grupo de empresas intenta “ganar a la competencia”, y así crecer, ganar más de las utilidades del país o del mundo. 

Pero muchas empresas en Chile (no las más grandes), no exportan fuera de su país, sino venden en el mercado nacional y compran de ese mismo mercado nacional. 
 

Claro, no son empresas grandes porque no producen a una escala tan grande. 

Por lo tanto, el país tiene dos economías, por así decirlo. Una economía de producción a gran escala donde operan las multinacionales, las exportadoras, las grandes empresas del retail y de finanzas. Y otra economía donde se fabrica para el consumo nacional, y donde se producen bienes como los tallarines (Carrozi), el azúcar (Iansa), el confort (la Papelera), el jabón, las empresas del agua y luz. Claro algunas de estas empresas también exportan parte de su producción, también son multinacionales, o también exportan. 

Pero también se importan las materias primas que se usan en la producción de bienes que consumimos todos los días. Se importa la mayoría del trigo, por ejemplo, que se usa en la fabricación de la harina y el pan, de Argentina. Por supuesto, los celulares y los autos vienen de otros países, pero también 90% del aceite que consumimos. 

En fin, Chile es parte de este mercado global donde se compran y se venden los bienes que usamos. Algunas empresas grandes exportan a ese mercado y otros importan los insumos que son importantes para su producción nacional. 
 

La sustitución de las importaciones. 

¿Pero tiene que ser así? 

¿Un país puede independizarse del mercado global y crecer “solo”? 

Después de todo, la industria textil, CAP y Huachipato fueron creadas bajo el alero de la Corfo, con el propósito de abastecer el país con textiles y acero. No eran exportadoras importantes. 

Sin embargo, en esa época, hace 70 años, no existían las grandes productores y exportadores actuales de textiles, ropa, zapatillas y acero que podían hacer la competencia con la producción nacional. En otras palabras, las empresas nacionales compraban su acero y sus textiles dentro del país porque no podían comprarlas afuera a precios más bajos y en grandes cantidades. Hoy día, sí pueden. 
 

¿Pero por qué esos productos son de bajo costo? 

Porque se los producen a escala muy grande, por lo tanto, el capital instalado, la maquinaria, la energía, las materias primas, se consumen a escala muy grande, con una eficiencia relativamente alta y se consiguen a bajo costo. 

Además, la clase trabajadora en China, por ejemplo, tiene que aguantar condiciones laborales muy difíciles y no tiene sus propias organizaciones para protegerse. 

La industria textil también produce a gran escala en otros países, también la industria del calzado, de ropa o de los televisores y celulares. 
 

Ahora bien, conseguir bienes que necesitamos a bajo costo debería ser beneficioso para una familia trabajadora. Muchas familias tienen una tele plasma en su casa, porque pueden comprarlo con la tarjeta de crédito y salen mucho más baratos que cuando había las teles nacionales. Tiene sus ventajas entonces, la importación... 

¿Pero no se puede fabricar bienes acá sin hacer la competencia con empresas de otros países? 

En otras palabras, ¿se puede fabricar los bienes que necesitamos en nuestra vida sin tomar en cuenta el nivel de ganancias que sacan las empresas de su producción? 

Veremos--- 

 

Una vida compartida o una vida de negocios y ganancias. 

  Hay dos grandes formas de ver este mundo de exportaciones e importaciones, de ventas y compras, de negocios, de empresas, que compran y venden y compran. 

Una forma de ver este mundo es que el mercado es la mejor forma de producir y distribuir todo lo que necesitamos para vivir. De hecho, no es la mejor forma, dicen, sino es la única forma. 

Y la otra forme de ver este mundo es que, en nuestra vida, hay trabajadores – hombres y mujeres -- que producen todo lo que necesitamos, y hay trabajadores y sus familias que consumen todo lo que tenemos. Por lo tanto, los trabajadores que producen deberían juntarse con los trabajadores y sus familias que consumen, para distribuir todo lo que necesitamos. Así de simple.  

Si somos nosotros lo que producen, y nosotros que consumen, entonces, podemos decidir nosotros mismos cómo distribuir los bienes, en grandes supermercados como bodegas donde distribuyamos lo que producimos. 

Claro, en el caso del aceite, tendríamos que conversar con los trabajadores de otros países como Argentina, para hacer la distribución. Igual cosa en el caso del trigo, de los celulares, los autos, los televisores. 
 

¡Poco realista dices tú, mejor producir todo lo que necesitamos acá dentro del país! 

Entonces, hay que plantar mucho más trigo, a gran escala. Plantar masivamente también maravilla y soya, que es el aceite que más se consume acá. Pero, para comenzar a producir televisores modernos hay que conseguir la tecnología moderna... esa no se puede inventar de un día a otro. 

¿Y cómo vanos a conseguir esa tecnología?... las empresas que son sus dueños no la van a “regalar” a nadie. 

Más realista, entonces, producir lo que podemos dentro del país, pero importar lo demás.  

Producir los bienes de baja tecnología e importar los que han sido desarrollados en los países con la capacidad de hacerlo a gran escala.  

Pero el Estado, dicen algunos, podría controlar los precios y la producción nacional con alianzas entre el Estado y los privados, como hacía la CORFO hace setenta años. 
 

En otras palabras, el Estado podría controlar la explotación del trabajador por sus patrones, y también controlar la competencia entre las empresas nacionales. Podría coordinar la economía, como lo hacía antes. ¡Todos felices, la gran familia chilena todos juntos! 

Ahora bien, para controlar la competencia entre las empresas, sus dueños tendrían que aceptar que las ganancias que van a sacar no van a ser las más altas posibles. Que tendrían que compartir parte de sus ganancias con el Estado, y ese Estado va a hacer transferencias de ese dinero a los trabajadores y a otras empresas menos eficientes. Esas empresas tendrían que “ceder para sobrevivir”. 

Pero esas empresas... ¿por qué no lanzar nuevos negocios, comprar sus insumos a bajos precios en el mundo, importar su tecnología de Alemania, China, India, y así producir a bajo costo?... y van a responder... ¡buena pregunta!... así puedo ganar lo que me merezco... conocemos los patrones chilenos desde hace mucho tiempo. 

Su producción es para ganar utilidades, ganancias, y no satisfacer cumplir con nuestras necesidades. 

Todo esto parece un sueño, que no tiene nada que ver con la realidad donde vivimos y donde trabajamos. Y así es, y es muy poca realista cuando tomamos en cuenta del estancamiento económico que afecta gran parte del mundo hoy. Esa crisis toca las empresas multinacionales chilenas que exportan al mundo, por lo tanto, afecta a los impuestos que pueden (o quieren) pagar, y así afecta al dinero que el Estado tiene a mano. 

 

Ser realista, pide lo imposible. 

Lo que conversamos arriba, en otras palabras, es poco realista como solución a lo que enfrenta Huachipato y otras empresas porque el país, la economía, se mueve porque son algunos pocos que sacan sus ganancias cuando vencen a su competencia, y los demás, los y las trabajadores, tenemos que esperar que nos llegue el “goteo”.  

Esos pocos son chilenos, argentinos, gringos, chinos... en fin los capitalistas del mundo. 

Ellos no pueden hacer sus negocios sin la fuerza de trabajo de sus trabajadores. ¿Pero podemos nosotros, hacer la producción sin ellos?... SÍ... 

Los y las trabajadores en Chile (es decir, los chilenos, los haitianos, los colombianos, los peruanos, los bolivianos, los venezolanos que laboran en Chile) producimos parte de lo que consumimos. Los trabajadores de China, Vietnam, Argentina y muchos otros países producen otra parte. Y casi todos pensamos que son nuestros patrones que nos hacen llegar esos bienes a nuestras casas. ¡Nada que ver! 
 

Somos nosotros y nosotras los y las trabajadores del mundo que hacemos llegar a esos bienes a nuestras casas. Pero son los patrones que sacan sus ganancias y nos cuentan que son ELLOS los responsables para la producción en el campo y la ciudad. ¡Nada que ver! 

Pero son ellos los que mandan en este país por lo tanto nosotros y nosotras tenemos que organizarnos desde abajo hacia arriba para comenzar a tomar control del país de sus manos. 

Mientras tanto, el gobierno tiene que sacar dinero de los bolsillos de los ricos y meterlo en las empresas como Huachipato que no pueden sobrevivir solas, y garantizar nuestros trabajos! 
 

¡A Defender el empleo! 

Mientras tanto, el estado tiene que colocar un parche curita al sistema en que vivimos, por no es nada más que eso, un parche curita. 

¡Ser realista, pide lo imposible! ... que los y las trabajadores, que fabrican el acero en Chile y China, que cosechan el trigo y fabrican el aceite en Argentina, que sacan el cobre y el hierro de la tierra y lo procesan en Chile, en China, en Australia y en Zambia, nos unamos para hacer nuestro mundo mucho mejor. 







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