SOCIALISMO DESDE ABAJO



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El encanto de China, pero ¿es de cooperación o de competencia?


31/01/2025 | 93 vistas | Miguel Silva







El encanto de China. 

Enfrentado por la ola de avances por la derecha radicalizada, incluso por la elección de Trump, mucha gente mira a China como una buena alternativa y “socio” en este mundo de competencia globalizada. 

En estas líneas, vamos a echar un vistazo al tipo de crecimiento que ha ocurrido en China y, por ende, el tipo de “socio” que podría ser la economía china. 

 

El éxito económico de un país que no se identifica con el imperialismo norteamericano. 

Después de la revolución de 1949, Mao Zedong sentó las bases de la industria moderna mediante 25 años de acumulación “primitiva” de inversiones, transformando así millones de campesinos en trabajadores asalariados urbanos.  

Ese modo de acumulación se basaba en la coordinación estatal centralizada de los recursos económicos, el control del consumo, restricciones severas a la migración del campo a la ciudad y como base de todo, la extracción del excedente agrario mediante la colectivización rural.  

A cambio, como compensación parcial por el bajo nivel de los salarios, los nuevos trabajadores recibían un "tazón de arroz de hierro", es decir la garantía de empleo de por vida y servicios de salud y sociales básicas a través de su empleo en comunas rurales o empresas estatales.  
 

Sin embargo, esa forma de organizar el país era muy ineficiente y provocó el estancamiento económico y presiones desde abajo para que se llevaran a cabo reformas económicas.  

Después de que Deng Xiaoping saliera victorioso de la intensa lucha por el poder dentro de la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) tras la muerte de Mao en 1976, se impulsaron una serie de reformas para combatir el estancamiento anterior, coherentes con la afirmación de Deng de que "enriquecerse es glorioso", los que despejaron el camino para la emergencia de China como potencia económica.  

Es decir, en el periodo posterior a Mao bajo Deng Xiaoping, se avanzó hacia reformas basadas en el mercado, como el desmantelamiento de los colectivos rurales, la liberalización de los precios y la apertura al capital extranjero en las Zonas Económicas Especiales designadas en la costa sudoriental.  
 

La relajación de los controles estatales y de los precios provocó un enorme aumento de la producción agrícola y la creación de excedentes que se invirtieron en empresas urbanas y rurales. Esto permitió el enriquecimiento de personas vinculadas al aparato local del partido (hoy día se llaman los “alcaldes”), y el desarrollo de un nuevo capitalismo de mercado en el sureste del país, frente a Hong Kong, en la provincia de Guangdong, que se combinaba con el antiguo capitalismo de Estado del norte. 

El premio a todas estas "reformas" fue el ingreso en la Organización Mundial del Comercio, que dio a los exportadores chinos acceso a los mercados mundiales de bienes que podían producir más baratos que nadie. Todo esto durante el comienzo y desarrollo de la época del neoliberalismo globalizado, la exportación de capital tanto entre las economías “centrales”, como a otros países, y la formación de cadenas de producción internacionales. 
 

 El ingreso de capital extranjero impulsó este crecimiento... en 1978, China representaba sólo el 1% del PIB mundial; hoy es el 18%.  

Hoy, China es el mayor exportador del mundo, el mayor consumidor de energía y la segunda mayor economía, con un 18% del producto interior bruto (PIB) mundial. Lo ha conseguido mediante una combinación de producción estatal y orquestación estatal del capital privado, por así decirlo. 

Y como consecuencia, los sueldos medios anuales en China pasaron de menos del 4% de los de Estados Unidos en 2001 a alrededor del 30% en 2021; casi ocho veces más en menos de una generación. Muchos chinos atribuyen al régimen el gran mérito del ascenso de China y las mejoras en su nivel de vida. 
 

Pero la economía china está integrada al sistema global. Produce alrededor de la mitad de la producción mundial de productos eléctricos, pero para ello necesita importar semiconductores por valor de más de 300 mil millones de dólares. Es decir, los semiconductores son el 18% de sus importaciones totales, más de lo que gasta en importaciones de petróleo. 

Sin embargo, mientras la tasa de crecimiento anual de China era casi el 10 por ciento anual entre 1982 y 2011, ha caído a entre el 6 y el 7 por ciento en la década de 2010. La última cifra es del 4,8 por ciento. 

 

La estrategia que se aplicó para lograr el éxito económico. 
 

Vimos que en China hay una economía, un capitalismo, que es un híbrido entre empresas privadas y públicas. Hay empresas públicas dirigidas por capitalistas privados y empresas privadas dirigidas por cuadros del partido; existe una puerta giratoria constante entre los funcionarios del partido y del Estado y el sector privado. El resultado es un enredo entre el Estado, el partido y las élites capitalistas, con intereses compartidos en enriquecerse, perpetuando así un ciclo de desigualdad y corrupción. En otras palabras, se ha formado una nueva clase capitalista híbrida estatal-privada. 
 

Las empresas públicas desempeñan un papel fundamental en sectores estratégicos, como la industria pesada y la banca, generando productos para el desarrollo de infraestructuras y proporcionando al PCCh una base de poder para los dirigentes locales. 

Así, de las 25 mayores empresas de China, 20 son propiedad del Estado. Sin embargo, la apertura de la economía china ha venido acompañada con un cambio de dinámica. En 1976, el Estado operaba como único capitalista y el capital privado no aportaba casi nada al PIB. Pero hoy, el capital privado aporta el 60% del PIB, y las empresas públicas menos del 30%. El capital privado aporta el 90% de las exportaciones y las empresas estatales aportan solamente el 30% de la producción anual. 
 

Sin embargo, las empresas públicas pagan el 63% de los impuestos de todas las empresas; en esa manera hacen subvenciones a zonas económicas con regímenes fiscales bajos a lo largo de la costa (a menudo controlados por los “alcaldes”), donde se ha instalado el capital privado. 

Como consecuencia, China tiene 124 empresas en la lista Global 500 de la revista Fortune; Estados Unidos, 121. En el último recuento, China tenía 814 multimillonarios; Estados Unidos, 800. En 2010, el 1% más rico de China poseía el 41% de la riqueza total; en Estados Unidos, el 40%. 
 

Para alcanzar una tasa de crecimiento tan alta, la economía china ha mantenido una tasa media de inversión anual de alrededor del 40% durante casi 40 años mientras la tasa de inversiones en los países “centrales” ha sido alrededor del 20%. 

Por lo tanto, hay más mano de obra humana “muerta” incorporada en instalaciones y maquinaria, lo que implica "rendimientos decrecientes de la inversión". Es decir, en China la tasa de ganancias ha bajado. 

La propia Oficina Nacional de Estadística china, por su parte, ha registrado que las unidades de crédito necesarias para aumentar el PIB en una unidad, han aumentado constantemente. Por lo tanto, dado que la inversión depende cada vez más del crédito, la carga de la deuda es cada vez mayor. 
 

El costo de este tipo de desarrollo ha caído en los hombros de los y las trabajadores. Entre 1983 y 2005, la proporción de la producción nacional destinada a sueldos cayó del 57% al 37%, alrededor del 96% de las viviendas son de propiedad privada y prácticamente no hay servicios públicos de bienestar, de salud, por ejemplo. 
 

Sin embargo, la clase trabajadora, durante los años 2010-2016, entró en una ola de huelgas. Por ejemplo, en la huelga masiva de 2014 en el extenso complejo de las fábricas de calzado en Dongguan, en el sur de China, que produce las marcas mundiales Nike y Adidas. Cuarenta mil trabajadores, en su mayoría mujeres, se declararon en huelga porque la empresa no pagaba sus cotizaciones a la seguridad social. Tras enfrentamientos con la policía y numerosas detenciones, la empresa pagó lo que correspondía y también subió los sueldos. 
 

Hoy día, Xi intenta reafirmar el poder del PCCh sobre el capital privado y reducir la dependencia de China de las redes comerciales mundiales. En respuesta a estas políticas, la participación de las empresas extranjeras en las exportaciones cayó de aproximadamente la mitad en 2012 al 27% en la actualidad. 

Pero los jóvenes trabajadores que laboran en la fabricación de celulares en Foxconn, o en la fabricación de zapatillas Nike, no tienen idea cómo era la vida en décadas anteriores y mucho menos en 1949. 

 

La importancia de la competencia entre el capital norteamericano y el chino. 
 

La competencia entre los dos centros más grandes de capital hoy – es decir en Norteamérica y en China, es importante para nuestro futuro. Pero es importante en sentidos distintos para proyectos del futuro distintos. 

Si tu proyecto es poner fin al capitalismo hoy, porque nuestro futuro con capitalismo es uno de catástrofe ecológico, catástrofe de guerras y catástrofe económico, entonces la competencia entre los poderes globales forma una parte de tu análisis y de tu revolución. 
 

Pero si tu proyecto es fomentar y organizar una economía nacional, echar andar la economía con el propósito de mejorar el estándar de vida de la población, entonces es importante decidir cuál para esa economía nacional es el mejor “socio”. 

En los próximos párrafos, vamos a discutir las diferencias entre los EE.UU. y China como si fueran socios posibles en un proyecto para el fomento de una economía nacional “en desarrollo”, es decir como parte de un proyecto de “reformas hoy” (y no revolución hoy).  

Después, vamos a hablar sobre un proyecto de “revolución hoy” y su relación con los chinos y los norteamericanos. 

 

Las diferencias entre China y los EE.UU. 

--- Diferencias económicas. 
 

Hemos hablado sobre las fases del desarrollo del capitalismo chino, su crecimiento tan veloz y su estancamiento relativo como consecuencia de su “acumulación” de capital y la consecuente caída en su tasa de ganancias. 
 

Existe una clara diferencia entre esa situación y aquella que sufre el 43% de las empresas norteamericanas (los "zombis"): invierten poco y sobreviven porque han conseguido créditos a bajas tasas de intereses. Pero esas empresas (y la economía norteamericana en general) comparten algo muy central con muchos sectores de la economía china: su nivel de endeudamiento. 

La deuda de las autoridades locales (controlados por “los alcaldes”),ha pasado del 17% del PIB en 2008 al 76% en las últimas cifras; la deuda de las empresas aumentó del 94% en 2008 al 165%.  

Incluso, en la última década, los jefes de las administraciones locales empezaron a crear Vehículos de Financiación de las Administraciones Locales (VFGL), que son sociedades de inversión que obtienen préstamos bancarios o venden bonos para financiar infraestructuras y el desarrollo inmobiliario. Parecen mucho a los instrumentos que provocaron la crisis del sistema capitalista en 2008. 
 

En fin, las empresas chinas en general se han endeudado enormemente para seguir con sus inversiones. Pero el problema que enfrenta la clase capitalista china es que reducir la sobreacumulación de capital (y frenar el endeudamiento), perjudicará la tasa de crecimiento de China en un momento en el que intenta mejorar su ventaja competitiva frente a sus rivales (en Asia, por ejemplo), en los mercados mundiales, orientarse más hacia los mercados internos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro mundiales. 
 

Sin embargo, la mayor parte de la deuda es contraída por el Estado central, las administraciones locales o las empresas públicas, pero es deuda contraída por las instituciones financieras controladas por el Estado. Estas instituciones, sobre las que el PCCh puede ejercer presión, no están sometidas a las mismas presiones competitivas que la mayoría de los bancos occidentales.  
 

Y el estado, como un ente que centraliza y controla el capital en general, puede tomar decisiones de desmantelar secciones del capitalismo chino, o crear otros sectores. El conjunto del capital, que incluye el capital privado por razones que hemos discutido y que describimos como un capitalismo híbrido estatal-privado, forma parte del sistema de competencia económica-geopolítica. 
 

Por su parte, el endeudamiento en los EE.UU. también es muy alto. Las deudas del sector no-financiero de la economía norteamericana en 2020 sumaron a 82% de su PIB (17 trillones de dólares). Las empresas están endeudadas con los bancos y otras empresas, pero son deudas con negocios privados. Sin embargo, sabemos de la experiencia de las crisis de 2008 y de la COVID, que su estado interviene para proteger sectores del capital en crisis de endeudamiento de gran tamaño, a través del banco central (La FED). 

Por lo tanto, la diferencia entre los EE.UU. Y China en el sentido del tipo de integración que existe entre sus empresas, es que el estado chino interviene más directamente y más a menudo en la protección, creación y destrucción de capitales. 
 

Diciendo eso, tanto el gobierno de Biden como el de Trump han intervenido en su economía (o van a intervenir), a través de créditos o inversiones destinados a aumentar la competitividad de sectores de capital norteamericano. 
 

Sobre el tema de la integración de los dos poderes económicos más grandes en el sistema global, la globalización durante la época neoliberal creó las cadenas internacionales de producción, entonces un producto armado en Norteamérica o en China integra partes y piezas manufacturados en múltiples países fuera de sus fronteras. Las dos economías están integradas en esa cadena global de producción. 
 

En términos de deudas e integración global, entonces, no existen diferencias de “cualidad” entre las dos economías. 

Sin embargo, sus monedas sí son cualitativamente distintas. Ambas miden la “salud” de su economía. Cuando la economía china es muy sana y crece sin parar, su moneda refleja esa situación y sube. Pero el dólar refleja también la salud de la economía global porque es la moneda de reserva. Por ende, cuando hay una crisis global, el valor del dólar --que expresa la salud relativa de múltiples economías--, puede subir o bajar, según la dinámica de la crisis. 
 

---- Diferencias en sus relaciones con otros países. 
 

Los que ponen su peso detrás de una opción de un proyecto de “reformas”, a menudo identifican el capital norteamericano como imperialista y el capital chino como uno que no es imperialista y que, por ende, puede ser “otro tipo de capitalismo”. Piensan en esa manera por la simple razón que los EE.UU. invade otros países a cada rato, pero esa no es la costumbre del capital chino. 
 

Bueno, para cuestionar un poco ese tipo de argumento, podemos hacer una pregunta... en países como Brasil o Corea del Sur no tienen la costumbre de andar invadiendo otros países por razones geopolíticas, entonces... ¿también son “otro tipo” de capitalismo? Brasil tiene muchas inversiones en el gas de Bolivia, pero no ha invadido ese país. Y Corea del Sur tiene inversiones en otros países de Asia, pero no los ha invadido. 
 

¿Qué es lo que impulsa un país a comenzar una guerra con otro país, entonces? 

En otras palabras, ¿por qué el capital norteamericano impulsa la invasión de Iraq o Afganistán, pero el capital brasilero no impulsa la invasión de Bolivia? 

 

Quizás sería útil hacer la pregunta en otra manera... ¿por qué el capital chileno impulsó la invasión de Bolivia y Perú durante la guerra del Pacífico, pero no 20 años antes? 

Es útil esta pregunta porque tiene respuestas conocidas: la crisis económica global de la época y la crisis local financiera de los años 1870’, impulsaron a los poderes chilenos a buscar una salida y ya tenía relaciones cercanas con los poderes ingleses a través de los bancos de Valparaíso, los que tenían interés en meterse en el negocio del salitre en Chile, en Bolivia y en Perú. 
 

Acto seguido, las fuerzas de Chile invadieron a Bolivia y a Perú. Pero esas mismas fuerzas no habían invadido sus países vecinos diez o veinte años antes. Así, pues, las guerras están provocadas por una combinación de exigencias.  

¿Por qué el capital chino no ha impulsado, entonces, la invasión de otros países, países en África o Perú, dónde tiene muchas inversiones? 

Y ¿por qué el capital norteamericano ha impulsado la invasión de tantos países a pesar del hecho que gastó mucho más recursos en la invasión que recuperó de esas economías después? 
 

Podemos responder a la pregunta sobre el capital norteamericano y sus actividades imperialistas hoy, mejor hablar del cambio en el peso de su poder a nivel mundial. En los años ‘1950 era casi todopoderoso, pero 30 años después tenía que enfrentar la competencia económica de Alemania, de Japón y hoy día sobre todo de China.  

Por lo tanto, tiene que imponer su poder geopolítico, militar, para proteger su posición a nivel global. Para no volver atrás, tiene que avanzar adelante, por así decirlo. 
 

En el caso chino, la exportación de capital a África, a otros países de Asia, a América, ha sido un proceso de integración con los capitales en esos países. Y hasta ahora, el mero hecho que ha sido una intervención de mucho capital, que en muchos de los casos ha sido invertido en infraestructura nacional de los países, el poder militar no ha sido necesario para dar más fuerza a su poder económico.  

Ha invertido capital en países donde faltaba capital, y es el control económico (y por ende político)  su arma más importante hoy. 

Pero si el capital norteamericano decide extender su poder en África o América a través de OTAN, la situación va a cambiar. Y un enfrentamiento sobre Taiwán, hogar de gran parte del capital privado que ha sido invertido en China, es posible. En ese caso, el poder militar chino sería necesario para respaldar el poder económico del capital chino. 
 

En términos del tipo de relaciones que los dos grandes poderes tienen con otros países, entonces, mientras el capital chino puede ejercer económico con éxito, la clase capitalista china es feliz. 

Pero una vez que no baste ese poder económico, veremos la intervención militar china global. 

 

China y la estrategia política acá en Chile. 
 

Sobre el tema de un nuevo Frente Popular de que hablan los que proponen un proyecto de “desarrollo industrial”, mejor hablar sobre el éxito relativo de su proyecto de desarrollo económico nacional en esa época.  

En el año 1938, cuando fue electo Pedro Aguirre Cerda como presidente, las economías del mundo se preparaban para la guerra. Es decir, las economías concentraban sus fuerzas en la producción local y menos en la producción de bienes de exportación. 
 

La década de los 1930’ era una de proteccionismo y formación de bloques de comercio entre países de colonias o imperios.  

En el caso chileno, las importaciones colapsaron: desde un nivel de 140 en 1928, cayeron a nivel de 40 en 1934 y solamente el nivel de 80 en 1944. Fue en ese ambiente económico que el proyecto de sustitución de importaciones del Frente Popular alcanzó el éxito. 

 

El ambiente internacional económico hoy también es de crisis y estancamiento, pero las importaciones son 25% del tamaño de la economía (PIB) y las que provienen de China llegan a muy bajos costos de producción. 

Por lo tanto, un proyecto de desarrollo nacional tiene que ser un proyecto basado en la industrialización de materias primas que no tienen que hacer competencia con productos (de consumo o maquinarias) importadas. Esas importaciones son productos consecuencia de acumulaciones de capital ya establecidas y  de alta productividad o de sueldos muy bajos, y por ende de bajos precios. 
 

La alternativa, por lo tanto, es un proyecto de industrialización basada en la explotación del litio y el cobre. 

La Minería.
 

En el año 2022, cobre (en sus varias formas) con un valor de 38 mil millones de USD fue exportado a China. Pero también fue exportado Litio con un valor de 6 mil millones. 

La mayoría del cobre, como sabemos, está en manos de multinacionales BHP, dueño de La Escondida, Anglo American y otros, dueño de Collahuasi, Antofagasta Minerals, dueño de Los Pelambres.  
 

En el caso de la explotación del Litio, los grandes productores son SQM (cuyo segundo mayor accionista es la multinacional china Tianqi) y Albemarle (empresa multinacional norteamericana), que tienen un contrato de arriendo con la CORFO para explotar el litio. 

Ahora bien, para tomar control de esos recursos naturales del cobre y del litio, de sus empresas y sus ganancias, un gobierno de desarrollo nacional tendría que enfrentar las dueñas de las minas, pero también de sus gobiernos, es decir, de Australia, Inglaterra, Japón y Suiza. 
 

Y tendría que enfrentar el hecho que el precio de venta de esos recursos sube y baja según el estado de la economía global. El precio del litio, por ejemplo, varió de 10 mil USD/tonelada al comienzo de 2021, a 81 mil al terminar el año 2022 y a poco más que 13 mil a fines de 2023. 

Pero los que apoyan un proyecto de reformas basado en el desarrollo nacional proponen el uso del cobre y el litio en la fabricación de productos que integran las materias primas.  
 

Ese proyecto tendría que tomar control de – o hacer competencia con—, inversiones que procesan las materias primas, recién comenzadas en Chile por las multinacionales BYD y Tsingshan, de capitales chino, por ejemplo.  

En fin, un proyecto de desarrollo industrial va a enfrentar la competencia de capitales ya invertidos que explotan los mismos recursos que ese proyecto quiere ocupar. Esa competencia va a obligar el proyecto a ser un proyecto que integre la nacionalización de ese capital ya establecido. 
 

Pero hay otra solución, y esa es un proyecto que “trabaje con” esas empresas establecidas en un pacto social. Pero ya tenemos experiencia de esa estrategia, y sabemos que las negociaciones con esas empresas (y con “sus países”), terminan en la postergación de las mejoras que debería traer la industrialización a un futuro lejano, en pos de acumular los recursos que se necesitan para “trabajar con” y ganar la competencia. 

La alternativa al proyecto de desarrollo nacional, es decir alternativa de la construcción de un nuevo país controlado directamente por las organizaciones sociales reconstruidas, también va a nacionalizar -- tomar control de --, las empresas ya establecidas, pero sabe lo que viene, que es el contrataque por parte de capitalistas locales y globales, y no imagina que viene un “futuro mejor”, sino un futuro de luchas y batallas. 

 

El desarrollo en Chile y la economía local y global  
 

Los que creen en el proyecto de “desarrollo industrial” van a lanzar su proyecto en condiciones económicas bastante difíciles. La época de la globalización neoliberal ha terminado y casi toda la economía global está estancada. 

Ya hemos conversado sobre las condiciones en que el Frente Popular logró poner en marcha la industrialización nacional. Esas condiciones no existen hoy en día. 

Sin embargo, los dos países que crecen hoy más que los otros son los países que son los “socios” más importantes para la economía chilena. 
 

Son los países que exportan más a Chile (China: 39% del total de exportaciones a Chile, EE.UU. 13% y Japón 9%) y son los países de donde llegan más importaciones (China 23% de las importaciones de Chile, EE.UU. 20% y Brasil 10%).  

Sin embargo, la economía norteamericana ya entró a una fase de tarifas arancelarias más altas y de exportaciones más competitivas.  
 

En el caso chino, ya sabemos a través del caso de Huachipato, que las exportaciones que salen de china son de “competencia” y no son de “cooperación”.  

 Pero hay otros problemas que tiene que enfrentar el proyecto de industrialización: el hecho que los “servicios personales”, los “servicios financieros y empresariales” y del comercio son mucho más importantes en la economía chilena que la minería y la industria y manufactura (103 (mil millones de pesos en 2023), contra 60).  

¿Cómo integrar esa parte (la mayoría de la economía) en su proyecto de industrialización? 

 

Bueno, ha sido larga la discusión sobre este tipo de proyectos... pero falta un tema... los BRICS. 
 

El grupo de países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), ya ha sido ampliada para integrar otros países como Egipto, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos. 

Mientras el peso de los BRICS en la economía global en 1992 fue de un 17% y los países de G7 fue de un 45%, en el año 2023, la situación había cambiado con los BRICS en 37% y los G7 en 29%. 

Y los países BRICS crecieron a una tasa más rápida que el promedio global en 2023 (3,2%), es decir a 4% mientras la tasa de crecimiento de los países G7 fue de 1.7%. 
 

Por el otro lado, sabemos que las empresas de los países BRICS son capitales que hacen competencia, aunque podrían tener unos acuerdos entre sí. 

Pero la importancia y apoyo que dan algunos activistas a los BRICS, es porque son una alternativa al imperialismo norteamericano. Por eso, apoyan los rusos contra la OTAN, creen que la caída de Assad en Siria fue una derrota, creen que la construcción del nuevo canal en Nicaragua es un paso adelante. 
 

Es decir, creen que lo más importante en el mundo hoy día es la creación de un bloque anti-norteamericano. En otras palabras, que el apoyo a uno de los dos bloques (norteamericano y sus aliados o los BRICS y sus aliados) define la naturaleza de la política de cada organización o activista. 
 

Por lo tanto, hay dos alternativas geopolíticas posibles: el imperialismo norteamericano, o la oposición a ese imperialismo. 

¿Pero cómo entran en esta película las revueltas, las sublevaciones, los movimientos democráticos de base tanto en los países del bloque norteamericano, como en el bloque de los BRICS y sus aliados? 

¿Cuál es el lugar de los cientos de millones de trabajadores y campesinos del mundo en este esquema o estrategia geopolítica? 


Creo que hablar de los malos (el imperialismo norteamericano y de sus aliados) y los buenos (los rusos, chinos, los BRICS y sus aliados) es no entender ni la dinámica de la economía global, ni la naturaleza del imperialismo hoy. 

El estancamiento de la economía global afecta a todos los países, pero a unos más que a otros. Afecta a todos los países -- en una u otra manera --, porque la tasa de ganancias global ha caído, después de su aumento durante el contraataque global capitalista neoliberal de las décadas 1980-1990. 


Varios países -- incluso algunos de los BRICS--, no sufrieron el colapso durante la crisis de 2008 porque ya estaban en pleno superciclo de las exportaciones de las materias primas. Pero alrededor del año 2014, se acabó ese ciclo y países como Brasil, Chile, Bolivia y Perú entraron en un periodo largo de estancamiento. 

Y aunque el crecimiento de la economía china aumenta la tasa de crecimiento promedio de los BRICS, ya hemos hablado del estado del capital chino. 

 

Las tres crisis - económica, imperialista y medioambiental. 
 

El mundo enfrenta tres grandes crisis hoy. La económica - de crisis y estancamiento, la imperialista - la integración de la competencia económica con la competencia entre los estados, y la crisis medioambiental. 

Hemos discutido sobre las dos primeras crisis y los diferentes impactos que están sufriendo los países. Pero sobre la tercera crisis, casi no hay diferencias en el daño a la naturaleza que causan las economías “imperialistas” y las de los BRICS
 

Es bien conocido el hecho que la producción y uso de carbón en China todavía es masiva. Y el uso de petróleo y gas en todos los países no ha sido controlada. La temperatura global sube más rápido cada año y estamos más cerca cada año a una crisis que podría poner fin a nuestra existencia como especie. 

 

La alternativa a la “economía de desarrollo”, acá en Chile. 
 

Los que creen en el “proyecto reformista” del desarrollo industrial sostienen que hay elegir entre un bloque u otro. Mejor China porque crece mientras la economía norteamericana ha entrado en la decadencia. 

Pero repito la pregunta... ¿dónde entra la “tercera opción”? ... la opción de cambios “desde abajo” ... las revoluciones como la primera árabe, las rebeliones en Sudán, la apertura en Siria que ha abierto la puerta para la posibilidad de organizaciones de base, las huelgas en Sudáfrica. 
 

Unos ejemplos, ¿deberíamos apoyar las huelgas masivas en China que hubo en 2015-2016? 

¿Deberíamos apoyar la primera árabe que debilitaron unos de los países del mundo árabe que no eran aliados norteamericanos? 

Frente a la política de “un bloque u otro”, ¿cómo crear organizaciones desde abajo que podrían debilitar uno u otro bloque (o ambos bloques)? 
 

¿Deberíamos apoyar movimientos contra los gobiernos “progresistas” que han aplicado y aplican medidas económicas y sociales neoliberales? 

Lo que pasa es que una opción, una estrategia, que exige una elección entre un bloque u otro, debilita la importancia de la “tercera opción”, que es la rebeldía, los movimientos y la revolución desde abajo. 

Es por eso que es necesario este tipo de debates, porque es importante que la opción de “bloques” no tome el lugar de la opción de rebeldía desde abajo, como alternativa al imperialismo norteamericano. 
 

Y para responder a esa pregunta que “flota en el aire”: ¿cómo se construye la alternativa que es la “revolución hoy” ?... la necesidad de la revolución hoy es porque las crisis catastróficas que sufre el capitalismo hoy, nos obligan pensar de una solución también “catastrófica”. 

Y para construir esa alternativa tenemos que hacernos aquellas preguntas: ¿Qué es el socialismo?” y ¿Quiénes hacen la revolución y cómo lo hacen?”. 

¡¡Otra discusión en otro “artículo”!! 







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