La reducción de la jornada laboral semanal ha sido una lucha histórica de la clase trabajadora. Mientras hay países donde la jornada semanal supera las 50 horas, hay otros en donde está por debajo de las 30 horas. Las diferencias, dependen en gran medida de la lucha de clases que se da en cada contexto y momento histórico. Las y los congresistas aprobaron una ley que reduce la jornada semanal desde 45 horas a 40, en un período de 5 años. Una ley que sólo redujera la jornada laboral era la demanda de las y los trabajadores, sin embargo, junto a ello, los empresarios ganaron en normas que aumentan la flexibilidad laboral. Las mismas, operan como factores que contrarrestan el efecto positivo para la clase trabajadora de la reducción de la jornada laboral.
 
La ley de las 40 horas fue mal hecha desde la perspectiva de beneficiar a las y los trabajadores. Apenas implementada en su primera etapa, hubo empleadores que decidieron reducir en 12 minutos cada día de trabajo y con ello dar por cumplida la transición de 45 a 44 horas semanales para el primer año (2024). Ciertamente, una burla para la clase trabajadora, pero parte de la flexibilidad conquistada por los empresarios. El gobierno, preocupado ante esta situación, emitió un dictamen para evitar esta práctica. Pero todo indica que la Ley abrió estas oportunidades y el Capital abrazó las medidas. El caso de Farmacias Ahumada es un ejemplo de ello; una vez en régimen, esta cadena de farmacias, utilizó la técnica de los 12 minutos. Fue fiscalizada con el mencionado dictamen, la empresa apeló y triunfó en los tribunales. Era completamente esperable.
 
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